Camila O’Reilly habla de la comida sana, rica y nutritiva. SABORES GENUINOS PARA EL BIEN VIVIR

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23/09/09. Se puede decir que ella pertenece a esa pequeña revolución culinaria que hace de la comida saludable un dogma. Confesa vegetariana, cambió los libros de derecho

por la cocina y descubrió que la salud y la comida van de la mano. Atenta a las nuevas tendencias explica las bondades del “slow food” al poner la pausa justa en un mundo cada vez más acelerado. Pero, además, en el arte que cultiva –de hecho la cocina sana lo es- demuestra que la preservación de los valores más nobles y primarios de los nutrientes no quita lo exquisito de las preparaciones y el cuidado de la estética. Si algo la subyugó del mundo naturista fue la diversidad de sabores puros y la posibilidad de identificar los ingredientes. Junto a una amiga abrió en la pintoresca calle Liniers 1829, en Tigre (la de las palmeras), un restó que es una verdadera isla dedicada a las cosas ricas y sanas. No faltan los jugos, sandwiches, ensaladas variadísimas, la opción fusión y una decó bien feng shui para relajar y pasarla bien.

 

 

 

 

 

camisProviene de una familia irlandesa integrada como ella define “por cocineros de puertas adentro”. De hecho, su papá Gustavo, emulando al mítico Francis Mallmann, suele jugar con el fuego cada vez que prepara un asado y dispone con singular maestría las verduras en la parrilla o las cocina entre las brasas aprovechando lo mejor de sus sabores salvajes. Ella, por el contrario, empieza a hablar de lo bueno que es hacerse amiga de las harinas integrales, de las algas, raíces como el jengibre, la comida cruda, los vegetales puros, del arco iris de colores que se debe ingerir en una dieta sana, de cuánto le gusta el olor, el tacto y la magia del sabor de la sal marina no refinada que proviene de rocas.

 

 

Comer es un placer, y podemos aprender a alimentarnos de una manera muy saludable a tal punto de lograr no enfermarnos y vivir mucho tiempo más y hasta curarnos”, cuenta esta joven chef que entiende que en la propia comida reside la panacea para acceder a una mejor calidad de vida. “Existe una lista interminable de alimentos que son sanos –confía Camila O’Reilly-. Solo hay que animarse, dejar un poco de lado los medicamentos que están inculcados por el mercado, porque el alimento es la forma más simple de tener una buena salud”, aconseja.

 

 

Con evidente fruición por hacer cosas que se presienten deliciosas y persuasiva certeza sobre los beneficios de la comida exenta de agroquímicos, conservantes y aditivos, esta sanisidrense sobrina de Michingo O’Reilly, verdadero prócer viviente del rugby- descubrió su vocación casi por casualidad.

camila-y-gustavo“Siempre me gustó muchísimo cocinar. En mi casa se cuidó ese momento porque la cocina es un lugar de encuentro”, dice. Y si bien cuando llegó el tiempo de elegir una profesión se decidió por el derecho, un viaje iniciático por Europa le modificó la perspectiva. “Allí me di cuenta que la gente estudiaba otro tipo de carreras, mucho más originales a las habituales y rápidamente empezaban a trabajar. Yo buscaba mi pasión y cuando regresé se me fueron dando por azar un par de situaciones que me vincularon aun mas con el mundo de la comida. Hoy en día, soy una apasionada, me dedico full time a esto y tengo el gusto de explorar distintos rubros de la gastronomía”, admite Camila al presentar sus credenciales de cocinera y suelta que nunca se desprendió de aquel bagaje de aromas y sabores aprendidos en el seno familiar.

Si bien en ese paso por el Viejo Mundo no incursionó en la cocina de los grandes maestros, el periplo sirvió para despertarle los sentidos, probó distintos platos y no tuvo dudas que lo suyo era el mundo gourmet.

 

 

 

Confesa vegetariana desde hace años -“no como nada de carne, de ningún tipo”, asegura-  Camila explica que ha ido desarrollando un culto por la good food. “Lo mío es un mix de culturas, preparo platos vegetarianos, me gusta bastante la cocina tradicional –define-. Si tengo que elegir ñoquis, no lo dudo: los de papa; si es pizza, la de mozzarella. Me gustan las cosas que al comerlas sepas qué son. Pero hace ya dos años, un poco investigando cómo podía cambiar mi comida vegetariana apareció en mi camino la comida viva, el raw food que apela a lo crudo”.

 

DE LA NATURALEZA A SU MESA

 

 

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Los amantes de la comida cruda sostienen que lo que ingerimos contiene la fuerza de vida y por ende propiedades revitalizantes. Además, entienden que cocinar la comida sobre los 50 grados centígrados mata las enzimas activas responsables de esa fuerza y -por tanto- se pierden propiedades. Así es que una dieta cruda debe recurrir a las frutas y vegetales frescos, nueces, semillas, coles, granos, legumbres, vegetales marinos y zumos frescos. Obviamente. hay que olvidarse de la carne: porque los animales muertos no son buenos. Distintos estudios demostraron que quienes practican esta dieta estrictamente tienen más bajos los niveles de colesterol y triglicéridos que los que no la hacen, tal vez por la supresión de las grasas animales.

 

 

 

Las proteínas son un poco la comida del hombre de la Edad Media –enfatiza Camila-Al comer carne ingerís proteínas concentradas, luego el cuerpo en un complejo proceso energético se encarga de romper esas moléculas y toma de la proteínas sólo los aminoácidos. Pero hay muchas maneras de absorber aminoácidos en la comida cruda, los vegetales puros, las algas sin tanto desgaste. Con esta dieta le das al cuerpo lo necesario y hacés que se fuerce mucho menos. De ese modo, todo el proceso de la digestión se realiza con mayor facilidad y esa energía se puede utilizar para procesos de curación”, indica.

Como bien lo afirma la antidieta – un libro por demás difundido de de Harvey y Marilyn Diamond- un buen desayuno con frutas, nueces y pasas le aporta al organismo una inmejorable base para arrancar el día, en lo que tal vez debe ser la ingesta mas importante.

“Hay muchas teorías sobre una dieta sana. Pero sin duda comer liviano a la mañana y sin conservantes es lo mejor para el cuerpo. Acá, en cambio, estamos acostumbrados a que la comida fuerte del día sea la de la noche y eso es nocivo para la salud porque complica la digestión y forzamos al organismo. Es muy difícil romper con esa cultura – razona– porque es el momento en que relajamos y comemos distendidos en casa. Tal vez hay que plantearse una dieta rica y abundante pero sin que resulte difícil de digerir; hay que aprender a compartir otras cosas en un ambiente sano. Comer es un placer, y podemos aprender a alimentarnos de una manera muy saludable a tal punto de lograr no enfermarnos y vivir mucho tiempo más y hasta curarnos”.

 

Dueña de un lenguaje coloquial, amigable, sin estridencias donde se filtra naturalmente su pasión O’Reilly va tirando tips muy prácticos. “Existe una lista interminable de alimentos que son muy recomendables. La salud y la comida van de la mano. Por ejemplo, la dieta del arco iris apunta a que durante el transcurso del día nos alimentemos con todos los colores. Recomienda comer naranjas, limones, bananas, verduras de hoja verde, repollos, bayas, algas, semillas. Ese es el único elemento que nos metemos con vida dentro del organismo. Es importante comerlas siempre al igual que frutos secos, verdes, no mucha lechuga porque resulta indigesta”, advierte.

 

 

Con todo, Camila no es una fanática obsesionada por los regímenes, lo vegetariano y las calorías, antes bien promueve una búsqueda de lo natural, un refinamiento en los hábitos culinarios, en la mesa no solo debe haber hamburguesas y papas fritas, vulgarmente llamadas comida rápida o chatarra. Lo importante es hacer una dieta equilibrada y tomarse el tiempo necesario a la hora de comer.

“Hay una tendencia que es el slow food que es justamente lo contrario, a la comida rápida o chatarra –relata– . Hace que tengamos muy en cuenta qué se come, saber de dónde sacamos las materias primas para preparar nuestros alimentos. Es importante desterrar la idea de agarrar el paquete de papas fritas porque tenemos hambre; los alimentos prefabricados no son buenos. Si la comida está preparada en casa siempre resulta mas sana. Creo que lo mejor es amasar la pasta, hacer un rico guiso. No hace falta ser hiper vegetariano ni comer crudo, pero sí ir incorporando muchas frutas en la dieta diaria”.

Su cocina resulta apetitosa, simple de hacer y genuina en sabores. Aunque nunca se haya amasado o haga años que no se lo intenta, O’Reilly es capaz de convencernos en dos minutos de salir corriendo hacia la dietética más cercana para comprar germen, algas o semillas. También puede tentar irresistiblemente con deliciosas bruschettas italianísimas de tomatitos cherry, oliva, algo de albahaca, un poco de ajo y -porque no- cebolla con un toque de sal marina. “El ajo aporta sabor y la cebolla desinfecta la sangre, recomiendo ir de a poquito comiendo sano y dejando de lado las gaseosas, el café, las harinas”, aporta mientras se inspira preparando una perfumadísima mayonesa de remolacha.

A la hora de hacer las compras, no lo duda, le escapa a los súper y siguiendo a su entendido paladar abreva y descubre nuevas alternativas. “Hay un mercadito en Federico Lacroze, en Chacarita, que es un lujo –confiesa-. Está abierto los miércoles y los sábados y se pueden comprar productos orgánicos, sin aditivos químicos. Cuando los comés te das cuenta del gusto distinto que tienen los vegetales. La ingesta de verduras de estación es vital. Creo que se viene un nuevo ciclo de existencia, hay que empezar a tener mas conciencia de la tierra, que somos parte de ella y debemos cuidarla”.

 

A pesar de su juventud, su búsqueda le aportó la experiencia necesaria, incursionó en cosas diferentes, conoció lugares, descubrió mercados y en un momento se decidió a seguir su proyecto. Junto a Mabel, una amiga, abrieron un local en el Tigre, especializado en patisserie pero también en sandwiches y jugos.

Saludable y variada la cocina de este cálido rincón que aflora en la pintoresca calle Liniers 1829, la calle de las palmeras, ofrece una cuidada carta que se destaca por la diversidad de sabores, el empleo de hierbas y esencias. “También hay ensaladas y vegetales frescos apenas cocidos”, se explaya la chef. Curiosa de las nuevas tendencias, Camila dice que no por eso deja de recurrir a la cocina simple, tradicional “y por sobre todas las cosas, casera. Todo se hace en el momento”, describe y remata: Preparamos slow food, hay muchas ensaladas con semillas riquísimas, es un menú muy tranqui con jugos naturales. La dueña del restaurante es repostera así que también contamos con delicias con chocolate para los golosos. Ahí aprendemos a valorar los pequeños placeres que te brinda la vida. Creo que la sociedad, de algún modo, se fue complejizando, acelerando. Por eso la gente necesita resguardarse en los pequeños momentos que puedan aportar bocanadas de satisfacción. Un jugo recién exprimido, la pureza de los vegetales, el aroma de un risotto, o la simple y perfecta sensación de un buen chocolate que se disipa en la boca…”La propuesta está hecha y la mesa servida, ¿alguien puede sustraerse a tamaña tentación?