Perpetua a los asesinos de Garrido

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En un fallo ejemplar, el Tribunal Oral 5 de San Isidro dio la máxima pena a Ernesto Luque y a Débora Acuña por el homicidio del efectivo de la bonaerense, acribillado a balazos en febrero de este año. Para Marta Barberis, viuda del querido oficial que revistaba en la Comisaría Primera: “Es un alivio, pero el dolor es inmenso”; al tiempo que opinó en el futuro este tipo de hechos tendrán una resolución tan rápida como la que tuvo el crimen de su esposo.

 

 

 

En un juicio meteórico que se resolvió en poco menos de 120 días, el Tribunal Oral en lo Criminal 5 de San Isidro condenó con cadena perpetua a Ernesto Luque (29 años) y Débora Acuña (30) tras haber sido declarados responsables de “homicidio calificado” del policía Aldo Garrido, ocurrido el 17 de febrero en la zona céntrica de San Isidro, más precisamente en la coqueta calle Cahcabuco hoy Capitan Aldo Garrido.

 

 

 

Los jueces Mario Kohan, Raúl Neu y Ariel Introzzi Truglia dieron lugar al pedido del fiscal Eduardo Vaiani y del abogado Marcelo Rochetti, en representación de la viuda de la víctima, Marta Barberis, quienes solicitaron la pena de prisión perpetua para los imputados.

 

La lectura del fallo tuvo lugar en el Palacio de Tribunales, ubicado en Ituzaingó 340, donde una multitud pobló la sala en un cerrado clamor de Justicia.

 

Tanto el fiscal como el abogado querellante había sostenido en sus alegatos que Luque y Acuña cometieron un “homicidio doblemente calificado por criminis causa (matar para ocultar otro delito y salir impune) y por tratarse la víctima de un miembro de una fuerza de seguridad, en concurso real con robo calificado y portación ilegal de armas de guerra y de uso civil”.

 

Los dos defensores oficiales, Carlos Aguirre por Luque y Marcelo Rodríguez Jordán por Acuña, habían pedido, por su parte, que se los condenara a penas menores al alegar que la calificación del hecho era la de un homicidio en ocasión de robo, que en vez de tener perpetua como pena, se castiga con entre 10 y 25 años de cárcel.

 

 

Durante el juicio, los acusados reconocieron haber baleado al policía, aunque sostuvieron que fue en un forcejeo y “se le escaparon” los tiros. Como se adelantó desde este portal y desde las páginas de Continta Norte, la semana pasada, el tribunal encontró culpables a Luque y a Acuña.

 

Las versiones de los imputados quedaron desacreditadas con el testimonio del jefe de la Policía Científica de San Isidro, el inspector Marcelino Cottier, y la médica forense de la policía Gloria Pellegrini, quienes explicaron a partir del análisis de la escena del crimen, las trayectorias balísticas y el funcionamiento de las armas, que era imposible que se hayan “escapado” los tiros.

 

Como se recordará el entrañable oficial, de 61 años, fue asesinado el 17 de febrero pasado cuando recorría la zona comercial de San Isidro. Allí vio una situación sospechosa en un negocio de la firma “Kevingston”, en Chacabuco 361 a cuadra y media de Tribunales.

 

El policía notó que las dos empleadas no estaban y lo atendió Acuña, que estaba embarazada. El agente sospechó y se dirigió hasta el fondo del negocio. En ese lugar apareció Luque, que le descerrajó dos balazos en el vientre con un revólver calibre 32. Garrido cayó y fue rematado con su propia arma por la mujer.

 

 

A poco de conocerse el veredicto, Marta Barberis admitía en declaraciones a la prensa sentirse algo aliviada por la decisión adoptada por el Tribunal, aunque reiteró el cuesta arriba que se le hace sobrellevar sus días sin Aldo Garrido.

 

barberis21“Siento alivio, pero el dolor es inmenso”, soltó emocionada al tiempo que deslizó “saber que le quitaron la vida y que no está ni va a estar más es muy doloroso”, confió.

 

Barberis dijo estar conforme con la sentencia dictada por el Tribunal y pidió a todos los familiares de víctimas de inseguridad llevar las causas a juicio. “Pienso que a partir de ahora van a ser más rápidos estos procesos”, justificó.

 

Barberis observó que a diferencia de lo ocurrido durante el proceso vio a Acuña, la mujer condenada y de la que siempre se dijo que obró con inusitada violencia, con cara desencajada, “como que sabía lo que le esperaba”. Marta siempre clamó por Justicia para Garrido y expresó en más de una oportunidad su confianza en el Tribunal. La condena no pudo ser otra, “fue la que merecían”, ni mas ni menos. Un capítulo se cerró.

 

 

Ese hombre de mirada diáfana, querible, que velaba por la seguridad de sus vecinos y entregó su vida en cumplimiento del deber tuvo un juicio justo y rápido. Sus familiares así lo sienten y expresan, aunque las marcas y heridas que suele dejar la ausencia de ese policía ejemplar demanden otros tiempos; su pueblo no deja de recordarlo y es bueno que así sea, para que las futuras generaciones sepan de ese hombre que legó no pocos valores a su comunidad.