Tesoro recuperó valor. Nueva puesta museográfica para el Museo Pueyrredon

 

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No faltó nadie a esta singular apertura que planteó la puesta en valor de la casa, siguiendo los consejos de la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos (CNMM), además de la restauración de las obras de Prilidiano Pueyrredon, el primer pintor argentino y  del rescate de objetos y elementos de época, dando un ámbito a la cultura del Siglo XIX.  Pudo apreciarse –además-, la paciente y meticulosa tarea de un equipo de documentalistas encargados de digitalizar los 500 objetos y manuscritos que conforman el acervo del museo. El lic. Jorge Cometti, director del Fernández Blanco, Bernardo Lozier Almazán y Nicolás Helft encargados de las otras dos casas con historia de San Isidro; el concertista José Luis Juri; no pocos referentes de la cultura como Guadalupe “Michi” Aparicio o Luis “Tupa” Belgrano asistieron a la inauguración. El arquitecto y profesor Jorge Tartarini, secretario de la CNMM y autor de la guía de edificios de valor patrimonial de Buenos Aires quedó maravillado por el trabajo realizado.

 

 

“ Esta casa representa para los Museos Históricos de Argentina una nueva marca”, soltó el arquitecto y profesor Jorge Tartarini, secretario de la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos. “Este es el lugar ideal para que los alumnos de museología aprendan cómo se deben hacer las cosas –prosiguió-. Aquí tienen la posibilidad de empaparse sobre temas que tengan que ver con el montaje y el guión. El Pueyrredon es un Museo impecable”.

 

 

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“Este solar histórico tiene un valor muy especial –explicó el intendente a poco de cumplir con el tradicional corte de cintas-. Aquel que es el retoño del algarrobo que reunió a estadistas como Juan Martín de Pueyrredon y José de San Martín. Y esto tiene que significar algo para el porvenir de nuestro país pues vamos camino del bicentenario”, dijo.

 

 

 

“Y nosotros, con mucha humildad, en un país que pasa por un momento de reflexión queremos desde este lugar, en familia, practicar un modo de reunión donde se reinicia la tarea de trabajo cultural, educativo y social y también plantear que en el siguiente semestre seguiremos recuperando patrimonio pues esperamos continuar con el edificio del chalet “Las Brisas”, anticipó el jefe comunal.

 

 

 

dscn7650Previamente al acto, los jardines del Museo fueron poblándose de caras conocidas. Historiadores, como Bernardo Lozier –titular del Museo Beccar Varela y Ana Gammalsson; miembros de la familia Pueyrredon; representantes de entidades histórico-culturales como Andrés Parodi, Amalia Lagos, Viriginia Newbery, el arq. Alvarez Claros (SIT); Mariano Márquez (Hijos y Amigos de San Isidro); Raúl Crespo Montes (Fund. San Isidro para el Educación las Ciencias y las Artes); Nicolás Helft, titular del Proyecto Villa Ocampo; Guillermo Kierkegaard, director de la Casa de Japón; representantes de la Comisión Nacional de Monumentos; también de la de Arquitectura, Pedro Güiraldes y María del Pilar Roca (Amigos de Villa Ocampo); Willy y Ana Briant (Asoc. Ribera Norte); Patricia Ott, directora de Ott College; reconocidos restauradores como Sanguinetti, Silvina Peralta Ramos y en realidad el tout del arte vernáculo local entre los que se encontraban Luis María Belgrano, Guadalupe y Pedro Aparicio (Arte en la Ribera), entre muchos otros, acudieron al convite extendido por Gabriela Giurlani y Marcelo White Pueyrredon, presidente y vice de la Asociación Amigos del Museo Pueyrredon.

 

dscn76511La propuesta no era otra que contemplar los secretos y novedades que cobija la colonial casona de la barranca de Acassuso.  En tanto se aguardaba el comienzo de la ceremonia, se sirvió un refrigerio, mientras un grupo de artistas dirigido por Mónica Sallan Mur y Graciela Deza desarrollaron una performance denominada “Vientos y Susurros” consistente en la utilización de tubos de madera donde relataban en los oídos del público fragmentos de cartas, canciones y sonetos del siglo XIX.

 

 

Cómo es el renovado Pueyrredon

 

 

 

 

 

dscn7690Por cierto el Museo Pueyrredon luce renovado y diferente. Cuenta con un Museo de Sitio, a poco de entrar hay tres salas de orientación, donde el visitante puede informarse acerca de la historia de la casa y de sus habitantes y qué le fue pasando a esta en sucesivas generaciones. Existe también un ámbito dedicado al padre Actis y otro a Prilidiano y se puede visitar el atelier del primer pintor argentino con los pocos elementos originales rescatados que hacen a una exacta reconstrucción de época.

 

 

“Estuvimos en excelentes manos porque después de mucha investigación hemos  llegado al “dream team” ya que el guionista fue nada menos que Roberto Amigo, el mayor experto que existe en el país sobre el Siglo XIX, que acaba de curar la muestra de “Las armas de la pintura” en el Museo de Bellas Artes y para hacer el montaje lo contratamos a Patricio López Méndez, quien se ocupó del Museo Fernández Blanco, verdadera joyita en la Ciudad de Buenos Aires – se entusiasma la inquieta y ejecutiva directora general de Cultura, Eleonora Jaureguiberry– . Ellos están acostumbrados a trabajar juntos. Imaginaron un Museo muy potente y -por supuesto- respetuoso del patrimonio que tiene; además armamos nuevos recorridos con lo ya existente”, describe.

 

 

Si bien la puesta en valor de la casa  resultó muy compleja y costosa, Jaureguiberry  ha sabido amalgamar esfuerzos y sumar voluntades para que la luz se perciba al final del túnel. Es que, a la necesaria restauración de la casa encarada en base a un proyecto de la Comisión Nacional de Museo, Monumentos y Lugares Históricos donde el gobierno nacional invirtió cerca de 800 mil pesos, la acompañó la paciente y meticulosa tarea de un equipo de documentalistas encargados de digitalizar los 500 objetos y manuscritos que atesora el Museo. Paralelamente 10  de los 15 Prilidianos que componen el rico patrimonio fueron restaurados, se logró una donación del BID (3.500 dólares) para mantener a resguardo de la humedad los ambientes y se comenzó a pergeñar el nuevo montaje museológico.

 

 

 

Los trabajos con la colección comenzaron por la construcción de un catálogo informatizado, base de datos que contiene en forma discriminada el inventario para su mejor acceso y control. Esa tarea estuvo a cargo de las licenciadas en Historia del Arte Paula Casajús y Cecilia Lebrero. Cada pieza fue fotografiada y descripta nuevamente, y su atribución revisada con expertos en muebles, documentos, obras de arte e imágenes religiosas para confirmar o revocar su procedencia y su valor y hacer un diagnóstico de conservación y de necesidades de restauración si las hubiera.

 

 

 

Las medidas de conservación comenzaron con la intervención de diez óleos de Prilidiano por parte de la Lic.  Rocío Boffo. Las obras del hijo de Juan Martín, tienen un gran protagonismo en el Museo.

 

 

 

dscn7689El visitante puede apreciar que las salas pintadas de colorado son las dedicadas al artista . “Ahí están las obras del reconocido pintor que son tres en planta baja –describe Jaureguiberry– . Sus guiones hablan de la época,  son salas históricas. Una se llama ‘Pintura y Sociabilidad’ y remite a la relación entre la masonería y la iglesia. Otra bautizada ‘El retrato burgués’ que habla del cambio del gusto en la pintura y en la vida cotidiana. Y finalmente, se encuentra la dedicada al ‘Retrato convencional’, la cual expresa cómo era el retrato en el siglo XIX, quien podía retratarse y de qué manera lo hacían. En la parte de arriba se habla del artista exponiendo sus paisajes, retratos y desnudos”.

 

 

 

Allí en el cuarto de Prilidiano puede verse a la cama prolijamente colgada, algo que ponderó al recorrer la sala el mismísimo Tartarini de la Comisión de Museos. “Seguramente antes estaba dispuesta de la manera tradicional. Pero ahora los objetos se exhiben dentro de un contexto, de un guión; explicando el valor que tiene cada pieza dentro de ese todo que es el Museo Histórico”, observó el experto al tiempo que felicitó a Jaureguiberry.

 

 

Como se dijo de la producción pictórica del artista se habla en la planta alta, donde se realizó la reconstrucción del atelier,  mientras que abajo las pinturas de Prilidiano se utilizan para contar la historia de la sociabilidad en ese entonces. “Es un museo sobre el siglo XIX”, dice con rigurosidad Jaureguiberry.

 

 

 

A Prilidiano hay que darle color

 

 

 

 

Muchos de los concurrentes se extrañaron del color colorado que invita a recorrer el ala de la casa dedicada a Prilidiano, mientras que la referida al Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, Juan Martín, lucen y conservan su inmaculado blanco. “Las paredes se eligió darles ese tono colorado como un recurso museográfico, porque destacaban las obras del pintor – explica Jaureguiberry al tiempo que advierte que “nada se hizo sin el consentimiento de la Comisión Nacional de Monumentos”.

 

 

dscn7691Pero además la directora destaca que al realizar el paciente cateo de las paredes se descubrió que jamás fueron blancas. “Algunas tenían un color ocre amarillento, el blanco cal aparece con la reforma del 40 realizada por el arquitecto Buschiazzo, pero en aquel entonces las vigas del techo tampoco se veían porque estaban enteladas”, precisa.

 

 

Sabido es que muchas de las casas de la colonia usaban a la sangre de buey como color pero Jaureguiberry reitera que eso no fue lo que se tuvo en cuenta sino se recurrió a ese recurso para distinguir las distintas áreas.

 

 

elementosEl Museo cuenta también con salas que muestran cómo era la antigua cocina y la despensa para espiar parte de la vida cotidiana en esa chacra.

Por lo demás puede decirse que la lic. Nora Altrudi restauró todos los documentos en papel (cartas, mapas, documentos públicos, etc.) que posee el Museo, y convino su guarda en óptimas condiciones de conservación, mientras que Sergio Medrano trabajó en la restauración de 16 imágenes religiosas de los siglos XVIII y XIX.

 

Hay muchas historias que guardan celosamente las paredes del Museo que son poco conocidas y merecen serlo. “Es una casa muy rica desde el punto de vista arquitectónico pero también desde lo social –afirma Jaureguiberry-. Allí vivió un ex presidente, el artista más importante del siglo XIX, San Martín tomó la decisión más importante debajo del algarrobo y donde también pasaron cosas más mundanas pero que hacen al rico pasado de los sanisidrenses. Por ejemplo, la gente ignora que esa fue la primera sede del SIC cuando se separó del CASI o que ahí vivió Victoria Aguirre. El Pueyrredon fue una de las chacras de pan llevar. Existen elementos arquitectónicos que prueban esto, como el enorme horno de pan en la Casa de los Chacareros que no servía solamente para abastecer a la casa. Hay muchas historias que aún falta contar”.

 

 

Algunas de ellas serán relatas en los espacios de transición o pasillos que separan a las distintas salas. En una de ellas, se exhiben las patentes de corso cuando Juan Martín de Pueyrredon se desempeñaba como Director Supremo, no falta un espacio dedicado a los Aguirre, primos de los Pueyrredon, a quien Prilidiano vendió la casa y tantísimos documentos y materiales exhibidos en nuevas vitrinas.

 

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La tarea de recuperar un museo es muy vasta y no se agota en su apertura. Su puesta en valor es constante y requiere de un especial interés por todo aquello que pueda enriquecerlo y mejorarlo. En fin, aunque muchos piensen que un museo por su sola finalidad conservacionista del pasado carece de vida, allí ocurre todo lo contrario. Sus cuadros y obras hablan, permiten recrear la historia del arte en un determinado período. Sólo hay que saber escucharlos, interpretarlos y dedicarles tiempo y esfuerzo. Es lo que ha hecho Jaureguiberry, su staff y la Asociación Amigos del Museo; ellos supieron decodificar el mensaje que encierra ese legado y que, como las princesas de los cuentos, aguardan el día que alguien las vaya a rescatar para ser nuevamente admiradas.

 

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Museo Pueyrredon, Rivera Indarte 48, Acassuso. Visitas: los martes y jueves, de 10 a 18 hs., y los sábados sábados y domingos, de 14 a 18.