Michingo O’Reilly: “Virreyes Rugby es como ganar un test todos los fines de semana”

mich“Michingo” O’Reilly habla de su reciente pasión. El hombre que es sinónimo de rugby, fue entrenador de Los Pumas, sacó campeón al CASI y se desempeñó como secretario de Deportes de la Nación en el regreso de la democracia, asegura que participar en ese proyecto integrador “es una de las cosas más lindas que me pasó en la vida”. Hoy el club que no tenía sede propia y jugaba en la canchita de FATE cuenta con instalaciones impecables en un predio cedido por la Municipalidad de San Fernando. Allí concurren todas las semanas unos 180 juveniles y 400 infantiles de los barrios más humildes, alimentando la pasión por un deporte que los aleja de la calle y los promueve a una mejor calidad de vida. De ese universo, unos 16 chicos ya son universitarios y se ha logrado bajar la deserción escolar a cero.

 

 

El Virreyes Rugby Club es un club fundado a fines de 2002 por un grupo de románticos de la ovalada que sintieron la necesidad de promover la inclusión social y extender lazos comunitarios a través de los valores y el espíritu de ese deporte que no son otros que el compañerismo, la solidaridad, el compromiso y el juego asociado. “No jugamos contra el otro sino con el otro”, machacan los entrenadores desde las infantiles. Con esa filosofía nada menos que conocidas glorias académicas y zanjeras  se entusiasmaron con este proyecto que fundó un club de la nada en el propósito de sacar a los chicos de las calles e involucrarlos en una actividad sana. Ese fue el sueño de Marcos Julianes (CASI) y Carlos Ramallo (SIC), al que después se sumaron otros como Rodolfo O’Reilly y su hermano  Gustavo, Alejandro López Naguil, Carlos Barceló, Santiago Sundblad, José Durini, Federico Cuervo con sus respectivas familias, la siempre inquieta Eleonora Jaureguiberry y hasta el padre Juan Pablo Jasminoy, entre muchos otros.

“Esto ya no es un proyecto, es una realidad hecha y derecha”, se entusiasma Rodolfo O’Reilly -más conocido como “Michingo”– a un costado del impecable field con su línea de cal prolijamente demarcada. Cancha tan parecida y diferente a la vez a aquella que con mucho esfuerzo señalizaba trajinando una carretilla junto a Marquitos Julianes. Esos eran otros tiempos cuando el padre Jasminoy, hombre de CUBA y párroco de Nuestra Señora de Itatí de Virreyes, se animó a pedirle a la gente de FATE un sector del campo de deportes para que los chicos entrenarán, cuando Angela Julianes y Dolores Ramallo se las ingeniaban con la vianda del tercer tiempo.  Después vino la cesión de un predio de 3 has. por parte del intendente Osvaldo Amieiro para que el Virreyes R.C. construya su sede. En febrero de 2007 se cumplió con el sueño del club house propio. “Las canchas con las últimas lluvias están espectaculares y hasta tenemos un edificio que nos cobija que parecía en un principio muy grande y hoy, cuando están todas las divisiones, queda chico”, describe O’Reilly y se apura a explicar que el crecimiento se percibe en todas las áreas. A ese puñado de familias sanisidrenses, en su mayoría de la Cebra y la Zanja, después se le sumaron las de los Cardenales “y más tarde vinieron los de Champagnat  a darnos una mano”. Hoy componen esa gran familia del VRC más de 70 personas entre hombres y mujeres. “Nos reunimos periódicamente y ponemos lo mejor por el club”, dice.

Ese espíritu de camaradería contagioso se percibe a poco de llegar en el staff. A los chicos que se calzan la camiseta  verde con vivos anaranjados y amarillos nadie les regala nada, saben que todo se consigue con esfuerzo, pero pueden acceder a un mundo que los contiene y prepara para el mañana. De hecho, hay apoyo para chicos de Polimodal, tutorías universitarias, asistentes sociales, médicos y psicólogos. “Es mucho lo que se puede hacer desde el deporte para sacar a los chicos de la calle, ayudarlos a que sean mejores personas, atender cuestiones de salud, educación y socialización”, relata Michingo y al rato regala una perlita de lo que es esa apuesta por la inclusión: “Se han hecho varias películas que dan testimonio de todo este proceso. El canal Encuentro hizo una lindísima y también unos prusianos financiados con un subsidio del Instituto Nacional de Cinematografía de Francia estuvieron en Buenos Aires y armaron un largometraje buenísimo –cuenta-. Se llama “Dos mundos y una bicicleta” y está basado en una anécdota real: un chico que jugaba en el SIC se fue a Virreyes RC para tener una experiencia junto a su padre que co-entrenaba conmigo un equipo. El pibe encuentra en su casa una bicicleta que estaba en mal estado, la repara  y se la regala al más pobre que la utilizaba para ir al entrenamiento.  De algún modo, demostró con su gesto que los dos mundos no están tan lejos, toda vez que puedan ser unidos con un vehículo tan precario como una bici”.  El protagonista Emanuel Valenzuela –el joven que recibe el rodado- tuvo luego la posibilidad de viajar a Francia para presenciar el Mundial de Rugby y difundir ese documental que pinta cómo se hizo este club de barrio que es un ejemplo de vida.

 

 

Lugar de afecto

 

O’ Reilly que por estas horas debe estar celebrando a pleno sus 70 años, con la legión de amigos que sabe visitarlo en su casa, cada vez que hay oportunidad de compartir un asadito. Tocó todas las cuerdas del deporte: fue jugador de CASI, el club que supo refundar su padre junto a otros vecinos cuando se fueron los zanjeros, como entrenador sacó campeona a La Cebra, dirigió a Los Pumas y estuvo al frente de la Secretaría de Deportes cuando retornó la democracia. “Me han pasado muchas cosas lindas con el rugby y esta está entre las mejores –confesó-. Es súper gratificante lo que hago al entrenar a mi división Menores de 22. Soy mejor persona que cuando empecé, te diría que he aprendido muchísimo de ellos. La Argentina no se va a poner de pie si no entendemos que no somos nada si no nos integramos y les tendemos una mano”.

El Virreyes R.C. es eso, solidaridad, un lugar de afecto donde chicos y jóvenes tienen la posibilidad de estudiar y prepararse, porque una vez que se sale a los ponchazos al mercado laboral, es muy difícil volver a jugar al rugby. Por eso la entidad, ha concretado alianzas estratégicas con la Fundación CEMIC y con el Ministerio de Desarrollo Humano de la Provincia de Buenos Aires mediante becas, también con la USAL (Universidad de Salvador), con la Optica Alemana y con el Hospital Austral.

 

El valor del pequeño gran rugby

 

Volviendo al rugby grande, no escapa a la visión de un agudo O’Reilly el reciente logro de Los Pumas, por el segundo puesto en el Mundial de Seven. “Es un buen logro, pero hay que tener en cuenta que algunos son  tipos muy entrenados, acostumbrados a jugar Seven –razonó-,se lo merecen. No creo que le cambie la vida a muchos,  sí a los periodistas”.

 

– Bueno el plantel superior ha reclamado alguna vez por el pago, algunos juegan en el rugby súperprofesionalizado y otros… lo viven todo a pulmón como en Virreyes R.C.

– Creo que como ocurre en otros órdenes, la distribución del ingreso debe ser replanteada. El dinero que se genera quedate tranquilo que no es de los Pumas sino del rugby argentino. Los que circunstancialmente hoy juegan en la selección, que se den por servidos al ponerse la celeste y blanca. Y –además- con el dinero que perciben en sus clubes en Europa, muchos de ellos retornarán ricos o por lo menos con un buen pasar.

 

– Muy distinto es en instituciones como Virreyes donde todo es amateur y sin embargo el rugby grande se nutre de estas historias.

– Y sí,  el rugby de Virreyes es levantarse a las 6 de la mañana para ir a jugar a La Plata, llegar tarde y perder los puntos. Hay que poner el auto, marcar las canchas o los tipos de Don Bosco que hacen el guiso para agasajarte en el tercer tiempo porque no tienen guita para bancar . Así es el rugby, te enseña después para la vida. Creo que la redistribución del ingreso es muy importante, y no estoy de acuerdo con esos centros de rendimiento que están armando con gordos de doble pechuga no sé para qué”, soltó.

Así y todo “Michingo” sabe que dedicó buena parte de su vida a un deporte extraordinario, maravilloso, ideal cuando pueden jugar todos. “Ahora solo lo hacen algunos nomás. Yo con Virreyes he recorrido casi todos. Hay 80 clubes sólo en la URBA y te puedo asegurar que existe una cantidad de familias que hacen un esfuerzo desmedido”, concluye.